Cómo innovar en el sistema público de salud (y no morir en el intento)

En mayor o menor medida, en todos los países del mundo los sistemas sanitarios enfrentan el desafío de garantizar su sostenibilidad sin dejar de ser efectivos ni inclusivos.

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Desde Impact Hub Buenos Aires promovemos la innovación y digitalización de procesos en el sistema de salud público mediante programas que involucran a los equipos profesionales de los propios efectores sanitarios. Estas iniciativas tienen el propósito de contribuir con la transformación del sistema de salud contemplando diversas áreas para la mejora de la accesibilidad, la eficientización de procesos y la interoperabilidad.

 

Basado en las experiencias transitadas en el ámbito de la salud en los últimos años, hemos recopilado algunos aprendizajes que me gustaría compartir y que podrían ser muy útiles para quienes impulsen proyectos similares, ya sea en otras industrias o en contextos de alta complejidad estructural y/o social.

 

¡Importante! Todos los factores están íntimamente relacionados y existe una fuerte interdependencia entre ellos, por lo que deben considerarse como parte de un enfoque integral.

  • Evitar caer en el tecno-optimismo

Cuando hablamos de tecno-optimismo, nos referimos a la tendencia de creer ciegamente que una innovación tecnológica es en sí misma la respuesta integral a un problema complejo. Y esta, es una cuestión inherente a todos los actores que intervienen en el proceso de diseño e implementación de soluciones digitales en este tipo de rubros.

Nuestra experiencia nos muestra que la resolución de dichos obstáculos implican cambios de procesos internos y un mayor compromiso de las personas involucradas con sus tareas. Por otro lado, no podemos omitir la incidencia de factores contextuales: por ejemplo, si el relevamiento previo al diseño de las particularidades estructurales y sociales de un ambiente determinado no fue exhaustivo, las probabilidades de éxitos probablemente sean menores.

En general, la interfaz tecnológica sirve para agilizar, simplificar y dar trazabilidad, pero – a menos que se trate de la automatización total de un conjunto de tareas – su efecto es limitado si no está en sintonía con los factores antes mencionados.

Dicho esto, es importante entender que no se puede tomar como matriz una herramienta que fue exitosa en algún prestador privado de salud o en países de altos ingresos, y dar por sentado que su efecto en el sector público será el mismo o similar.

 

  • Cambio de mindset, ¡allá vamos!

La resistencia al cambio es una barrera inconmensurable, por eso, es fundamental que las personas involucradas desarrollen y sostengan una mentalidad de abundancia. Y, ¿qué quiere decir esto? Que tengan la capacidad de poner el foco en las oportunidades que se presentan, superando las limitaciones percibidas para dar espacio a la colaboración y a la creatividad, en busca de soluciones innovadoras.

Para esto, es clave la comunicación efectiva de todas las etapas del proceso, sus implicancias y beneficios, así como también despejar posibles prejuicios (sobrecarga de tareas, mayor control, entre otros). Si el equipo involucrado sostiene una mentalidad de escasez, posiblemente, la adopción de lo nuevo resulte tortuosa.

 

  • Consolidación institucional de los proyectos

La sostenibilidad de los proyectos en efectores sanitarios está fuertemente condicionada por el apoyo institucional. Los cambios de gobiernos y el plantel directivo de las instituciones suelen conspirar contra la progresividad de los procesos, resultando en muchos casos, en el estancamiento o disolución. Al igual que en el punto anterior, la comunicación tiene un rol central: transmitir los beneficios de manera clara y contundente – cuanta mayor sea la evidencia, mejor – es crucial para posicionar la herramienta y conseguir que sea un elemento constitutivo del entramado de procesos que hacen a la producción y reproducción cotidiana de estas instituciones. En este sentido, es importante identificar hitos comunicacionales a nivel externo, información relevante que sirva a los directivos para posicionar al efector (y a ellos mismos, obviamente) tanto a nivel político como académico.

 

  • Combatir la fragmentación

Sobre todo en países federales como la Argentina, la fragmentación es una gran amenaza con la que lidia el sistema de salud. La proliferación de historias clínicas, herramientas de seguimiento de pacientes y plataformas de gestión, dan lugar a un caótico enjambre de recursos tecnológicos incapaces de dialogar entre sí. Para perdurar, toda solución tecnológica debe estar diseñada para poder integrarse al sistema provincial y, de ser posible, al nacional. A su vez, debe depender lo menos posible de licencias y recursos provistos por terceros (aunque a veces es inevitable).

 

En Impact Hub contamos con una sólida experiencia en el diseño e implementación de procesos de transformación en el sector sanitario. Nuestro enfoque integral nos permite desarrollar soluciones sostenibles para impulsar la innovación en cualquiera de los actores del sistema sanitario (laboratorios, hospitales, clínicas, fundaciones, empresas de medicina privada, obras sociales, etc), asegurando que cada iniciativa se integre efectivamente en sus operaciones y contribuya a mejorar la accesibilidad, eficiencia y calidad del sistema de salud.



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