La regeneración: un desafío impostergable y un riesgo inevitable
Desde Impact Hub Buenos Aires y Montevideo, trabajamos por un mundo más justo y sostenible a través del triple impacto y la sostenibilidad en todo lo que hacemos. La regeneración se suma como una de las prácticas emergentes y específicas dentro de este marco.
- Constanza Landi
En esta instancia de transición de paradigmas, coincido con quienes creen que la sostenibilidad en el mundo corporativo, por lo pronto en Argentina, sigue todavía en una etapa de “incentivos”. Sin embargo, la verdadera transformación requiere un compromiso profundo y auténtico que implica ir un paso más allá: es un desafío impostergable y un riesgo inevitable. Debemos sincerarnos con nuestras intenciones, porque así solamente podemos generar las condiciones para iniciar el cambio. Como alguien me dijo alguna vez: “La intención genera el método”.
Desde mediados del siglo XX, la intención y preocupación por nuestro planeta comenzaron a formalizarse y a adquirir un amplio compromiso bajo el concepto de sostenibilidad. Esta problemática se transformó en una necesidad colectiva y corporativa de encontrar un equilibrio entre el crecimiento económico, el bienestar social y la protección ambiental.
Con algunos años menos de trayectoria y casos de práctica, evaluar hoy la viabilidad y practicidad de la regeneración en su totalidad podría parecer contradictorio con nuestra humanidad, ya que en esencia somos depredadores. Sin embargo, la regeneración aporta un gran valor reflexivo, invitándonos a un cambio de coherencia. Este enfoque es una propuesta atractiva para ampliar nuestras experiencias, mejorar nuestra existencia y pulir nuestro vínculo con la vida, todo mientras hacemos negocios con un enfoque sistémico y aprovechando el potencial de nuestro entorno.
“El desarrollo regenerativo se basa en la creencia de que no podemos realizar las transformaciones externas que imaginamos para el mundo sin realizar las transformaciones internas en cómo pensamos y quiénes somos capaces de ser”.
- Pamela Mang, Ben Haggard y la Regenesis
La regeneración me recordó una gran frase de Borges: “He ejecutado un acto irreparable, he establecido un vínculo”. Vivir en estas épocas es, entre una infinidad de posibilidades, estar expuestos a la inmensa posibilidad de ver los daños que generan nuestros vínculos. Es un regalo y solo aquel con suficiente poder personal será capaz de tomar tal conocimiento. Exponernos y generar una transformación es enfrentarnos a la vergüenza de nuestro azar, de nuestra negligencia y de nuestra falta de previsibilidad. En efecto, somos el resultado de nuestras decisiones.
La suficiencia requiere mucho más que simpatía, buenas intenciones y la intermitencia de la práctica. Necesitamos restaurar los ecosistemas con un enfoque transversal y comprometido. Esto implica eficiencia, integridad, emergencia, armonía, fluidez, involucramiento, resiliencia, decisión, respeto por los distintos ritmos y, sobre todo, actuar siempre con coherencia, no a veces.
Nuestro comportamiento como ser humano está nublado por la inconsciencia. Siempre queremos un poco más de todo, sin límite y sesgados por unas cuantas fantasías en nuestro mundo de referencia. Entonces, hablar de suficiencia es, al menos, dejar de excusarnos detrás de nuestra ingenuidad.
Incluir el ritmo de cualquier proceso humano es comprender que necesitamos entregarnos a la paciencia de una semilla, sintiendo la desesperación y lucidez que nos da ver algo como “la última oportunidad”. La regeneración cobra sentido como dirección de viaje.
Si tomamos consciencia de que somos parte de una continuidad que va más allá de la lógica intelectual y los deseos individuales o colectivos, podemos empezar a considerar las voces que generalmente olvidamos en nuestras acciones y decisiones diarias. Sobrevaloramos la necesidad, a menudo como una reafirmación de nuestra impotencia y como excusa para no actuar en dirección a ese mundo que anhelamos e imaginamos.
A veces nos equivocamos en nuestro proceder, pero podemos aprender y corregir, aceptando que somos falibles por naturaleza. Otras veces, la repetición de nuestros actos y decisiones, nuestros patrones de comportamiento, reflejan el ser en el que nos hemos convertido: un ser dominado por vicios que nos impiden cambiar. Esto requiere una entrega total y una disposición personal para el cambio, con miras a una posible transformación.
Pero, ¿somos capaces de esta entrega? ¿Estamos dispuestos al verdadero cambio?
El primer paso para un viaje regenerativo es mejorar nuestras rutinas y nuestra toma de decisiones, dejando de lado nuestra importancia personal para poder enfocarnos en la prioridad que se halla siempre en el tiempo que viene, lo manifestado, la inmediatez.
El tratamiento sustentable de las materias primas es crucial para la regeneración organizacional. No basta con usar los recursos de manera eficiente; debemos asegurarnos de que nuestras prácticas actuales promuevan la salud del ecosistema y de las comunidades para las generaciones futuras. Necesitamos armonía y salud para todas las partes vivas del sistema.
Ronald Sistek, un referente en la temática de “Organizaciones Regenerativas”, destaca la importancia de conectar con las voces olvidadas. Esta dinámica profunda y directa nos permite comprender la esencia de la regeneración. Es un excelente punto de partida para orientarnos e inspirarnos en este camino regenerativo, evitando así el mal uso de nuestra ambición que puede distorsionar, sofocar y limitar cualquier potencial.
#La voz de la naturaleza
#La voz de las nuevas generaciones
#La voz de los ancestros
#La voz de la duda
La regeneración implica una reconstrucción, una maduración y consciencia en los procesos. No solo debemos reconocer nuestra responsabilidad, sino también actuar con coherencia, sabiendo que somos responsables de la vida en el planeta. Al final, sólo tenemos un único planeta para dejar a las generaciones futuras, y todos somos parte de esta cadena del ecosistema.
Albert Camus dijo una vez que “...la verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente.‘ Como nos enseña una fábula, la única forma de una entrega absoluta es cambiando nuestras rutinas: “…y fue allí, con la humanidad a sus pies, cuando Julian se aventuró a salir de la cómoda envoltura de lo ordinario para iniciar su exploración del reino de lo extraordinario”.
Como en todo proceso, se trata de atrevernos a dar pequeños pasos con determinación para alcanzar grandes destinos.
¿Cuál es el sentido y a quien incluye lo que estás eligiendo conservar?
PD: Mi definición de regeneración organizacional aún está en proceso.